Introducción general 2
Capítulo I. De
1.1. Antecedentes; el reinado de Alfonso XIII.
1.2.
1.3. Algunos personajes curiosos e incoherentes.
1.4.
1.5. El Frente Popular y la guerra civil.
Capítulo II. Situación de
2.1. Los sucesos de mayo de 1931.
2.2. Año 1936.
Capitulo III. Presunta mártir. Doña Blanca de Lucía y Ortiz.
3.1. Genealogía de doña Blanca. Su familia.
3.2. Una de las primeras mujeres farmacéuticas de España.
3.3. Perfil político-religioso de doña Blanca.
3.4. ¿Martirio? ¿asesinato? ¿víctima de guerra? ¿venganzas personales?
3.5. Fama de santidad. 26 3.6. Obras de caridad de doña Blanca.
3.7. Amistades de doña Blanca.
3.8. Carácter y aspecto físico de doña Blanca.
3.9. Propiedades y herencia de doña Blanca.
Capitulo IV. Esquema general de una causa de canonización.
Bibliografía citada
INTRODUCCIÓN GENERAL
Una comisión de Córdoba enviada por don Juan José Asenjo Pelegrina, obispo de Córdoba, ha sido la encargada de recoger algunos testimonios en nuestro pueblo tanto de doña Blanca como de don Juan Navas. Alegatos, por cierto, de ambos bandos (nacionales y republicanos).
Este pequeño libro divulgativo tiene la misión de rescatar del olvido la figura de una mujer de fe que murió victima de la sinrazón y del odio a la religión. Los jóvenes de Palma del Río no saben quién fue doña Blanca. Cuando en unos años mueran las personas, hoy ancianas, que la conocieron, no quedará nadie que hable de ella; por eso, este libro tiene el objetivo de contar su historia a las nuevas generaciones, así como promover su beatificación-canonización, ya que para la mayoría de los feligreses de esta parroquia no hay duda de que fue mártir por ser católica; incluso entre personas no creyentes, o que pertenecen a una ideología política contraria a
Hemos querido hacer una introducción general sobre la situación de
Este libro intenta reflejar la visión de
La parroquia desea expresar su agradecimiento a quienes han leído el texto antes de ser publicado, contribuyendo con sus observaciones al rigor histórico de ciertos datos en él contenidos, así como a todos cuanto han aportado información sobre la figura de la presunta mártir doña Blanca de Lucía y Ortiz.
Nuestro agradecimiento especial al catedrático de lengua castellana y literatura don Joaquín de Alba Carmona, quien ha revisado y corregido el presente trabajo.
CAPITULO I. De
1.1. Antecedentes; el reinado de Alfonso XIII
El año 1917, con las Juntas de Defensa militares del mes de julio y la huelga revolucionaria de agosto, el reinado de Alfonso XIII entró en crisis. España no se había recuperado aún de la Semana Trágica de Barcelona, de 1909, y tanto
La campaña de Marruecos también tuvo graves repercusiones en España. El desorden político incitó a los radicales de izquierdas a incendiar 112 edificios religiosos. El ambiente anticlerical que se respiraba en el mundo obrero era evidente, aunque esa atmósfera irreligiosa no evitó que, en mayo de 1919, Alfonso XIII consagrara solemnemente España al Sagrado Corazón de Jesús. Las relaciones de
En 1922 se fundó un partido democrático cristiano con el nombre de Partido Social Popular, pero tuvo poca fuerza y duró apenas dos años. El caos político y económico del país dio origen, con la aprobación de Alfonso XIII, a la dictadura del general Miguel Primo de Rivera (1923-1930), período durante el cual
Miguel Primo de Rivera trató de imitar a Benito Mussolini, al cual admiraba profundamente, de modo que implantó en España soluciones e instituciones de carácter fascista, cometiendo uno de los grandes errores de nuestra historia contemporánea.
Benito Mussolini, que en su juventud había sido militante del Partido Socialista Italiano (PSI) e incluso había dirigido
Pío XI, aunque no compartía muchas de las ideas y actitudes políticas de Mussolini —sobre todo, en el tema de la guerra y del antisemitismo— se sintió, no obstante, agradecido al dictador por haber puesto fin al conflicto que había enfrentado a
Tras la caída de la dictadura de Miguel Primo de Rivera, en enero de 1930, y el fracaso de los intentos del general Berenguer y el almirante Aznar por normalizar la situación política, Alfonso XIII, consciente de que no contaba con la ayuda del ejército, abandonó el país el día 14 de abril de 1931, al tiempo que se proclamaba el nuevo régimen republicano. En su declaración de despedida, aseguraba el rey que abandonaba el país con el fin de evitar una guerra civil, aunque sin abdicar de sus derechos al trono para sí y para sus descendientes, convencido de que el desamor de su pueblo era pasajero.
1.2.
En España, la situación de
Podemos dividir el período republicano en tres etapas: El Bienio Reformador (1931-1933), conocido también como el bienio republicano-socialista; El Bienio Restaurador (1933-1935), de signo conservador; y El Frente Popular/guerra civil (1936-1939).
El 11 de mayo de 1931 se produjeron numerosos incendios de conventos e iglesias por anticlericales radicales. Las autoridades civiles no frenaron estos actos vandálicos, lo que originó un enfriamiento vertiginoso en las relaciones Iglesia-Estado. Manuel Azaña, que desempeñaba la cartera ministerial de
Durante El Bienio Reformador, se produjeron varias reformas: las reformas militar, agraria, educativa, laboral, así como la posibilidad de establecer estatutos de autonomía para algunas regiones.
El Bienio Restaurador se inició con el triunfo electoral de
Durante la tercera y última etapa de
1.3.
Niceto Alcalá Zamora, natural de Priego de Córdoba, Presidente del primer Gobierno Provisional y primer Presidente de
Niceto Alcalá Zamora se sentía republicano y católico pero, para la izquierda radical, este doble sentimiento era algo incompatible y debía escoger entre su credo político y su credo religioso.
El general Gonzalo Queipo de Llano y Sierra, jefe de
Azaña, que se había educado con los padres agustinos en El Escorial, decía que España había dejado de ser católica (discurso del 13 de octubre de 1931). Aunque cometió un error grave. España había dejado de ser clerical, pero no católica. Según él, la religión era algo propio de la conciencia personal y no podía exceder sus límites. Disolver las órdenes religiosas no tendría sentido alguno siempre que no entrañasen un peligro para la autoridad del Estado. Peligro que sí conllevaría, en su opinión, la existencia de aquellas órdenes que tuvieran un cuarto voto de obediencia a una autoridad distinta del Estado, como ocurría con los jesuitas, que obedecían al Papa.
Para estas órdenes, Azaña defendía su automática disolución. Con la condena de los jesuitas, que eran fieles al Vaticano, logró atraerse a la izquierda radical, pero no convenció a Niceto Alcalá Zamora, quien dimitió por sus ideas religiosas como Presidente del Consejo, aunque no fue totalmente coherente con su fe, ya que dimitió después de firmar la expulsión de los jesuitas. Miguel Maura también dimitió como ministro de Gobernación. El 14 de octubre, Azaña se convirtió en Presidente del Consejo de Ministros. El 15 de octubre de 1931, dimitieron 37 diputados católicos.
Había personajes de gran influencia en la población que fueron muy perjudiciales para
Dolores Ibarruri,
1.4. Las relaciones Iglesia-Estado durante
El Papa Pío XI dirigió a los españoles, el 3 de junio de 1933, la encíclica Dilectissima Nobis, en la que afirmaba que
Art. 26.
“…Todas las confesiones religiosas serán consideradas como Asociaciones sometidas a una ley especial.
El Estado, las regiones, las provincias y los municipios, no mantendrán, favorecerán, ni auxiliarán económicamente a las Iglesias, Asociaciones e Instituciones religiosas.
Una ley especial regulará la total extinción, en un plazo máximo de dos años, del presupuesto del clero.
Quedan disueltas aquellas órdenes religiosas que estatutariamente impongan, además de los tres votos canónicos, otro especial de obediencia a la autoridad distinta de la legítima del Estado. Sus bienes serán nacionalizados y afectados a fines benéficos y docentes.
Las demás órdenes religiosas se someterán a una ley especial votada por estas Cortes Constituyentes y ajustadas a las siguientes bases:
1º Disolución de las que, por sus actividades, constituyen un peligro para la seguridad del Estado.
2º
3º Incapacidad de adquirir y conservar, por sí o por persona interpuesta más bienes que los que previa justificación, se destinen a su vivienda o al cumplimiento directo de sus fines privativos.
4º Prohibición de ejercer la industria, el comercio o la enseñanza.
5º Sumisión a todas las leyes tributarias del país.
6º Obligación de rendir anualmente cuentas al Estado de la inversión de sus bienes en relación con los fines de
Art. 27.
“…Los cementerios estarán sometidos exclusivamente a la jurisdicción civil. No podrá haber en ellos separación de recintos por motivos religiosos. Las manifestaciones públicas del culto habrán de ser, en cada caso, autorizadas por el Gobierno…”
El Vaticano no imitó el ejemplo de la gran mayoría de los gobiernos del mundo, que reconocieron rápidamente a
Muchos católicos se mostraron favorables al nuevo partido político de
Otro partido cercano a
El Gobierno de
Los católicos vascos, sin embargo, quedaron pronto desilusionados con
El 16 de diciembre de 1933, Alejandro Lerroux, una de las figuras fundamentales de
Realmente, en
Los medios de comunicación social afines a
Los partidarios de
Era tal el clima de animadversión hacia los católicos que, en los lugares donde había procesiones, los jóvenes socialistas amenazaban con echar al río las imágenes y a todos aquéllos que las llevaran en hombros. En Andalucía, un sacerdote había sido multado por un magistrado socialista por decir misa en su iglesia con el tejado destruido por un rayo; se le había acusado de hacer una exhibición pública de la religión. Otro sacerdote fue multado por monárquico, al haber aludido al Reino de Dios el día de la fiesta de Cristo Rey.
Hubo pueblos en los que no se permitía tocar las campanas de las iglesias; no estaba bien visto llevar un crucifijo o una medalla en el cuello y, en muchos lugares, desaparecieron de las calles nombres de santos o eclesiásticos famosos, por citar algunos ejemplos.
También existía la convicción errónea de que
Se argumentó para estas expropiaciones que las tierras estaban en manos muertas y no producían, y que se entregarían a los agricultores para que levantaran el país. Se comprobó enseguida que las tierras las vendió el Estado en parcelas tan grandes que sólo la gente adinerada tenía acceso a ellas. Las tierras que
Tras las desamortizaciones, el Estado se comprometió a la manutención del clero; la Iglesia ya no se autofinanciaba. Promesa que, con la llegada de
Según escriben Juan Antonio Zamora Caro y Joaquín de Alba Carmona en su libro La Segunda República en Palma del Río,
1.5. El Frente Popular y la guerra civil
Muchos historiadores coinciden en señalar que El Frente Popular —la coalición de todos los partidos de izquierdas— fue lo que realmente condujo al fracaso de la Segunda República.
Con la victoria del Frente Popular, se cerraron los colegios católicos. Gil Robles presentó un resumen estadístico de los desórdenes ocurridos: 170 iglesias destruidas por incendios y 251 intentos fallidos de quema.
El Frente Popular entendió que
“…
No obstante, en esta misma carta colectiva se afirma que es normal que
Se estima que las muertes por represión alcanzaron a 6.832 religiosos de ambos sexos a lo largo de la contienda, con altos porcentajes en zonas como Lérida, Tortosa, Barbastro y Toledo. Se trataba de personas que no iban armadas, incluso algunos de ellos murieron bendiciendo a sus captores o lanzando “vivas” a Cristo Rey. Muchos eclesiásticos fueron ejecutados con la excusa de que eran partidarios de los poderosos, pero lo cierto es que sufrieron torturas decenas de religiosos y sacerdotes dedicados a los más pobres.
En Cataluña, el clero fue exterminado por influencia de
El clero y muchos católicos fueron humillados y fusilados sin ningún tipo de juicio, algo que ya ocurría antes de que
No olvidemos la excepción del País Vasco. En esta zona de España, los católicos estaban a favor de
Las consideraciones que tuvo Franco con el clero en el resto de España no las tuvo con los miembros del clero vasco que se manifestaron republicanos, a los que mandó fusilar, lo cual demuestra que Franco era más político que religioso y no tenía temor de Dios; de lo contrario, no hubiera ordenado asesinar a aquellos curas vascos por el mero hecho de ser favorables a
En las zonas dominadas por el Frente Popular, se prohibieron los matrimonios canónicos, los bautizos, los funerales religiosos, las procesiones. Se fusilaron y quemaron imágenes religiosas, cuadros y retablos de gran valor, se incineraron libros y archivos parroquiales, se profanaron sagrarios, se robaron ornamentos religiosos de oro y plata para venderlos o para quedárselos como adornos de sus casas. Se profanaron y saquearon sepulturas en las Iglesias y conventos. No se podía llevar el viático a los moribundos y la eucaristía se tenía que celebrar en las casas a escondidas. Pero lo peor de todo fueron los asesinatos a sangre fría y el exterminio de religiosas, religiosos, sacerdotes, seglares, la mayoría de ellos con acusaciones falsas; otros ni siquiera se molestaban en acusarlos; directamente, los echaban a los pozos y a los ríos por ser personas consagradas.
Algunos pudieron salvar la vida vistiéndose de seglares y huyendo de los conventos y parroquias. Sólo en la provincia cordobesa, sin tener en cuenta a los católicos que murieron únicamente por serlo, se asesinó a 82 sacerdotes diocesanos, 18 religiosos, 1 subdiácono, 1 minorista y 3 seminaristas.
El pánico creció también entre los obispos, ya que no estuvieron exentos de la persecución; como el obispo de Córdoba, don Adolfo Pérez Muñoz, que se encontraba en Soto de Campóo (Santander), donde, después de horribles ultrajes y vituperios por las cuadrillas marxistas, que le arrancaron el anillo y el pectoral y saquearon la casa en que vivía, logró huir aprovechando la noche a través de los montes hasta Palencia. Fue recibido y escondido por el obispo de aquella diócesis, don Manuel González García, popularmente conocido como el “obispo de los sagrarios”. Este obispo había huido de Málaga a Gibraltar al ser quemado el Palacio Episcopal y de allí fue trasladado a Palencia, que era una zona más tranquila para
El Papa Pío XI, ante los acontecimientos, no sólo de España, sino de Rusia y Méjico, define el comunismo como intrínsecamente perverso. Rechaza la visión materialista del hombre, la absolutización de la lucha de clases y el totalitarismo de los regímenes comunistas. Concluye afirmando la oposición entre el cristianismo y el marxismo. Pío XI también condenó el nazismo de forma explícita en la encíclica Mit brennender Sorge (Con viva ansia).
La Iglesia, en Francia, intentó mediar, ya que no veía bien la actitud del clero español que se había definido políticamente a favor de Franco. En concreto, el arzobispo de París fue muy crítico con la posición de
Pasados los primeros meses de la guerra,
El 23 de octubre de 1938 puede leerse en el diario catalán
Terminada la contienda,
La victoria de Franco supuso para
Comenzó una política de ahorro, ya que durante
Si hacemos un resumen, podemos decir que se perdieron:
- Barbastro: varias tablas parroquiales del siglo XII, tapices e imágenes de valor incalculable.
- Almería: desaparece un Cristo de Alonso Cano.
- Sarriá: 100.000 volúmenes de la biblioteca de los franciscanos.
- Barcelona: 90.000 ejemplares de los mercedarios y 40.000 de los capuchinos.
- Madrid: los frescos pintados por Goya para la catedral (hoy iglesia colegiata) de San Isidro.
- Cuenca: 10.000 volúmenes, entre ellos el “Catecismo de Indias”
- Burgos: retablos del siglo VIII y la escultura de
Se bombardeó
También se perdieron obras de El Greco y documentos del siglo IX. Se destruyeron más de 20.000 templos.
CAPITULO II. Situación de
2.1. Los sucesos de mayo de 1931
El día 10 de mayo de
Ante la pasividad del gobierno provisional de
Palma del Río no se libró, desgraciadamente, de tan injusta reacción, provocada por unos hechos que en nada concernían a
El día 12 de mayo de 1931, arrojaron a la fuerza del Convento de Santa Clara a las religiosas del mismo nombre, dándose el caso espantoso de que una de dichas religiosas, de unos 42 años, encontrándose gravemente enferma en su paupérrima cama, fue trasladada a empujones a una silla e instalada en el Hospital de San Sebastián, donde murió al siguiente día. Las monjas restantes encontraron asilo entre personas piadosas, y al mes, cuando pensaron que el peligro había pasado, regresaron a su convento.
Una carta del entonces párroco de Nuestra Señora de
“Mi querido don Miguel:
Tengo el sentimiento de comunicar a V. que en la noche del 12 hubo gran revuelta en esta población, y llegó a mí noticias por uno de los mismos obreros que se disponían a marchar contra el Convento de Santa Clara e incendiarlo si las monjas no lo desalojaban inmediatamente. Ante esta actitud creí oportuno autorizarles la salida que se hizo apresuradamente, aunque gracias a Dios no hubo que lamentar atropellos. Las religiosas se encuentran alojadas en casas de señores particulares donde están muy bien atendidas, y como medida de precaución se han recogido los objetos de más valor que se encuentran a buen recaudo. Entre las religiosas que salieron hubo que trasladar una de ellas al Hospital por encontrarse gravemente enferma y debido a su estado y a las impresiones recibidas falleció al día siguiente por la noche, habiendo recibido sepultura en el cementerio del propio convento de Santa Clara.
Dado el estado actual de cosas no creo conveniente regresen por ahora al convento, pues lo tomarían los provocadores como una especie de reto, aunque todo parece tranquilo.
Por lo demás a la fecha no se ha notado amenaza alguna contra la parroquia, clero y demás comunidades.
Yo he sabido soportar esta prueba a que nos somete el Señor con entereza y espero que obrando con prudencia no sucederá nada grave. Mucho lamento, y conmigo todo el clero de ésta, las amargas horas que nos toca sufrir en los presentes momentos, y de una manera muy especial a nuestro amantísimo Prelado que tanto se ha sacrificado por el bien de sus hijos. Le saluda y confía en sus oraciones su afmo. Juan Navas.”
No sabía don Juan Navas que llegarían tiempos aún peores, sobre todo para él.
2.2. Año 1936
En las elecciones generales de febrero de 1936, vencieron los partidos de izquierda coaligados en el llamado Frente Popular, siguiendo el modelo del Front Populaire formado en Francia. Hay que tener en cuenta que el VII Cogreso de
El Frente Popular se hizo con el control de Palma del Río. La victoria fue apenas por unos cuantos votos, pero legítima. Las juventudes obreras no necesitaron demasiadas excusas para celebrar su triunfo con importantes destrozos en las calles, en viviendas particulares, y por supuesto, en nombre de
Comentan J.A. Zamora y J. de Alba en su libro sobre
“…Por lo que se refiere a los acontecimientos de la noche del día 19 y del postrer día 20, desde el Ayuntamiento se elaboró un informe, redactado en el mes de marzo, con el que se pretendía esclarecer las razones que motivaron los desórdenes. En él, y en relación con los actos vandálicos perpetrados contra propiedades de
El destrozo habido en las iglesias obedece sin duda al abuso de procesiones y demás manifestaciones religiosas externas de culto, en las que se ha derrochado dinero cuando los obreros no tenían pan que llevar a sus casas…”
Según un documento manuscrito que se conserva en
“Palma del Río padecía el asedio de la masonería desde muchísimos años y por tanto existía una importante logia que tenía por título el divertido nombre de “Luz y Prosperidad”. Desde aquel antro infernal salieron las órdenes de todo lo que aquí ha sucedido. Así el 20 de febrero de 1936 destruyeron las turbas instigadas por sus órdenes, 14 altares (profanando el sagrario) en nuestra Iglesia Parroquial, todas las imágenes que existían, algunas de verdadero mérito artístico y antigüedad, todos los ornamentos fueron quemados y entre ellos se destacaba un terno completo de tisú de oro y una casulla valorada en 4000 pesetas; fue destruido así mismo el órgano, el coro, y 14 libros corales en pergamino con bellísimas miniaturas del siglo XIV, el archivo completísimo desde principios del siglo XV totalmente incendiado (algunos libros del archivo se salvaron porque el párroco don Juan Navas se los llevó a su casa) amén de casi todos los objetos de plata para el culto que fueron robados o desaparecidos.
El Convento de Santo Domingo de mediados del siglo XIV y en el que estaban dedicadas a la enseñanza gratuita las terciarias franciscanas fue asaltado y desaparecidos para siempre las imágenes, los altares y las clases de estudios, de labor y de música que poseía la comunidad, arrojando las turbas a estas, con lo puesto, en medio del arroyo.
El Convento de Santa Clara, fundación de principios del siglo XV fue asaltado y destruido todo, incendiando las turbas los ornamentos y la famosa biblioteca conventual, destacándose entre las imágenes destruidas un San Juan Bautista de Montañés, quedando estas religiosas en la miseria si no es por personas piadosas de la localidad
El convento de San Francisco, del siglo XV, fue asaltado y destruidos todos los altares e imágenes y objetos de culto, incendiando después la hermosa nave central y coro. Así mismo fueron destruidos los altares y objetos de culto de las capillas de Santa Ana y Buen Suceso.”
Según este mismo documento, lo que se salvó de la quema del 19 y 20 de febrero de 1936 fue destruido al comenzar la guerra civil, ya que durante cuarenta días dominaron las “huestes marxistas” (lenguaje de la época). Es decir, a partir del 18 de julio de 1936 “…destruyeron las turbas la iglesia del hospital de San Sebastián y capilla aneja a la misma y estando el hospital a cargo de las Siervas de Jesús a cuyas religiosas aunque las molestaron de palabra no les hicieron daño porque las necesitan según decían para que les curasen los heridos. Así mismo destruyeron los altares de la capilla de Belén trayéndose las turbas la bendita imagen de Nuestra Señora de Belén patrona de la ciudad bellísima escultura del siglo XVII y quemándola seguidamente en medio de grandes burlas en el centro de la plaza pública. También fue destruido el altar de la capilla de Nuestra Señora de las Angustias y los de la capilla de
Afortunadamente, algunos de los objetos sagrados fueron recuperados una vez que entraron en Palma las tropas nacionales. Otros se perdieron para siempre. Algunos edificios religiosos quedaron tan derruidos como, por ejemplo, la iglesia de Santa Ana y el Convento de Santa Clara, que el Obispado tuvo que vender, años después, porque no tenía dinero para restaurarlos y amenazaban con desplomarse. En nuestros días
Los republicanos también destruyeron el Archivo del Juzgado Municipal de Palma del Río (4 de agosto de 1936). Quemaron el Archivo Notarial, y del Archivo del Ayuntamiento desaparecieron algunos documentos. Se destruyó el Archivo del Cuartel de
El Obispo de Córdoba intentó regular la situación angustiosa de las parroquias de la diócesis instando a que todas las parroquias ingresaran en una CAJA COMÚN sus ahorros. Se apelaba a la solidaridad cristiana.
Todo esto pone de relieve la situación de miseria que estaba viviendo
En Palma del Río y en los pueblo de alrededor fueron varios los miembros de
Las religiosas terciarias franciscanas se fueron en automóvil a Antequera, su casa madre, y las clarisas se instalaron al poco tiempo en distintos conventos de Córdoba y Sevilla. Los republicanos violaron la cripta de las religiosas franciscanas, profanando las sepulturas y destrozando los cadáveres casi momificados.
Durante el dominio de las tropas republicanas en Palma, se prohibió cerrar las puertas de las casas, de manera que podían entrar y salir, de noche o de día, a la hora que quisieran, sin que nadie se enterase, salvo la familia, para arrancar de su hogar a cualquier sospechoso de derechas y fusilarlo directamente, sin juicio previo. El 26 de agosto de 1936, las tropas nacionales rodearon el pueblo, a las que se habían sumado muchos miembros de
En el archivo parroquial hay un balance de las pérdidas escrito a mano, posiblemente en respuesta a
Lo que no se pudieron recuperar fueron las pérdidas personales, es decir, las vidas humanas; entre las más sentidas, la de doña Blanca de Lucía y la del párroco don Juan Navas Carretero que, según el Archivo Parroquial, sólo él estaba en esta ciudad al estallar “el glorioso movimiento, persona enamorada de la caridad, de tal manera, que con su dinero (el que ganaba, pues no poseía fortuna) sabía llegar a todos los necesitados siendo queridísimo de estos y al preguntar por qué se le mataba le respondieron textualmente que ellos no mataban a don Juan Navas sino al cura, y don Rafael Rodríguez y Rodríguez, persona piadosa y gran amigo suyo, asegura y da su palabra de decir verdad, que en la tarde del 19 de julio, último día que lo vio, le dijo que él se entregaba en las manos de Dios pues a El le había ofrecido su vida por la salvación de España”. Don Juan Navas estuvo 20 días en la cárcel en la que sufrió humillaciones, hasta que fue asesinado el 16 de agosto de 1936.
Capítulo III. Presunta mártir: Doña Blanca de Lucía y Ortiz
3.1. Genealogía de doña Blanca de Lucía. Su familia
En los archivos de la parroquia de Nuestra Señora de
Sus padres eran don José de Lucía Herrera y doña Rosario Ortiz Carmona. Su padre era también farmacéutico, natural de Santa Cruz de Boedo (Palencia), y su madre de Palma del Río. Sus abuelos paternos eran Felipe de Lucía, natural de Santa Cruz de Boedo (Palencia), y María de
Doña Blanca era hija única. Su padre era agnóstico, tenía fama de reservado y arisco; su madre, en cambio, era una mujer muy piadosa y de carácter abierto. Doña Blanca heredó el encanto de su madre. Era una mujer simpática y honesta que, a pesar de pertenecer a la clase media alta del pueblo, se sentía muy cómoda con la gente sencilla. Toda la familia era católica, con la excepción de su padre, quien, según algunos testimonios, se portó bastante mal con la madre de doña Blanca. Era también una familia era de derechas, como bien aconsejaba a los católicos la jerarquía de
Doña Blanca se casó con don José María Adriano Juan Francisco Regis Velasco Álamo, natural de Palma del Río. Había nacido el 24 de mayo de 1870 y fue bautizado el 27 de mayo del mismo año. Los padres de su esposo eran don Eduardo Velasco, farmacéutico, natural de Palma del Río, y doña Ramona Álamo, también de Palma del Río. Sus abuelos paternos eran José Velasco y María Falcón, ambos de Palma del Río, y sus abuelos maternos eran Juan Álamo y María Larios, también naturales de Palma del Río. Los padrinos de su bautismo fueron Fernando Tirado y María Falcón. El sacerdote que lo bautizó se llamaba Cayetano Salamanca García. El esposo de doña Blanca aparece como confirmado en la parroquia de
No aparece en la parroquia la partida de matrimonio de doña Blanca. Es de suponer, por tanto, que no se casó aquí. Tal vez, en alguna parroquia de Córdoba, ya que allí tenía algunos familiares.
El esposo de doña Blanca falleció el 14 de mayo de 1919 en Palma del Río. Su cadáver fue inhumado el día 15 de mayo en el cementerio de la ciudad don Rafael Luque Conde fue el sacerdote que ofició su funeral. Doña Blanca estaba muy enamorada de su marido. Siempre llevaba un colgante con la imagen de su difunto esposo y, aunque quedó viuda muy joven y no le faltaron los pretendientes, nunca volvió a casarse.
3.2. Una de las primeras mujeres farmacéuticas de España
María Blanca Presentación Fuensanta de Lucía y Ortiz, estudió el Bachillerato en Córdoba, cursos de 1884-
Sus estudios universitarios los comenzó en Sevilla, en el curso 1889-90, y los continuó en Madrid, en los cursos 1890-
Otras mujeres pioneras de la profesión farmacéutica fueron: Eloísa Figueroa Martí, María Dolores Figueroa Martí, María Asunción Menéndez de Luarca, María Dolores Martínez Rodríguez, Gertrudis Martínez Otero, María Felicia Carreño Sardiñas, Manuela Barreiro, Marina Rodríguez Vargas, María Dolores Pujalte Martínez, Juana Clotilde Echeverría Madoz, Luisa Cruces Matesanz, Josefa Bonald Erice, María del Pilar Sama Pérez y Elvira Moragas Cantarero, más conocida como María Sagrario, beatificada por Juan Pablo II.
No fue María Blanca de las más brillantes, no obtuvo calificaciones de sobresaliente, pero fue una de las primeras mujeres farmacéuticas de España con un título oficial. No era usual que las mujeres estudiaran en esta época. Magisterio, farmacia, y enfermería eran de lo poco que la mujer podía estudiar en esos tiempos sin que estuviera demasiado mal vista.
Doña Blanca era independiente, muy moderna para la época, interesada por la ciencia y el conocimiento. Esto demuestra que contaba con una familia que confiaba en ella, pues no todos los padres dejaban que sus hijas salieran de casa para estudiar en otras ciudades (Córdoba, Sevilla, Madrid). Muchos consideraban que no era indispensable la educación de la mujer, cuyas funciones se reducían a las actividades del hogar. Incluso las leyes civiles tardaron en dar a las mujeres la oportunidad de estudiar lo que quisieran.
El pertenecer a una familia pudiente y relativamente liberal, posibilitó el acceso de María Blanca a la cultura.
3.3. Perfil político-religioso de doña Blanca
En el pueblo de Palma del Río no era ningún secreto. Doña Blanca era de derechas y católica convencida. No obstante, según las listas de la época, no estaba afiliada a ningún partido político; quienes la conocieron afirman que nunca en público hablaba de política. No hay constancia de que asistiera o diera mítines. Algunos dicen que doña Blanca permitía que en su casa o farmacia (ambas en el mismo edificio) se reunieran miembros de la falange, ya que este movimiento no tenía sede oficial en el pueblo. En realidad, era el mancebo y practicante que ella tenía en la farmacia quien pertenecía a
Hay quien afirma que doña Blanca no era de
Doña Blanca se preocupaba por la formación religiosa de sus empleados; después de recoger la cocina, rezaban todos juntos el rosario y leían un capítulo de la vida de algún santo.
Era también muy devota de
Doña Blanca era de misa diaria. Solía ir al hospital de San Sebastián y a la iglesia de Santa Clara; también, de vez en cuando, a la parroquia. Cuando iba a la parroquia, casi siempre ocupaba el mismo sitio; según recuerdan algunos, se sentaba junto al actual retablo de San José. Como tenía una huerta de naranjos cerca del pago de huertas de Pedro Díaz, en el verano solía ir a misa allí. Le gustaba mucho esa iglesia.
Doña Blanca era la presidenta local de Acción Católica.
Don Mariano Aguayo, en su libro Furtivos del 36 (una novela con nombres ficticios pero que transmite una historia real), nos habla en el primer capítulo de una tal doña Marta, que en realidad es doña Blanca de Lucía y Ortiz. El autor de la novela conoce a doña Blanca a través de su madre, que era una gran amiga suya, y ha querido abrir su novela precisamente con esta gran mujer. Donde pone doña Marta, léase doña Blanca:
“Villalba del Río (Palma del Río) olía a fango y a aguas podridas. Era un hedor pesado que se aplastaba sobre el pueblo y hacía penoso el respirar. Andresillo el Monjo, tendido boca arriba en la cama con las manos tras la nuca, sentía rodar pequeñas gotas de sudor desde la cara hacia el cuello. A veces se detenían para luego seguir su caída abajo, abajo, hasta el jergón. Andresillo no se podía dormir. Pero no era por lo del pestazo, que a eso estaba ya muy acostumbrado. Era por lo de doña Marta (doña Blanca) La verdad que él nunca habría querido que la mataran, aunque fuera tan facha. Y es que la conocía desde chico, de cuando iba a buscar pastillas y purgantes a la farmacia. Daba con la perra gorda de cobre en el mostrador de mármol y decía: ¡Despachar…! Era lo que se decía siempre cuando se entraba en una tienda y no había nadie para atender. Entonces salía doña Marta (doña Blanca). ¿Qué quiere este pillabichos? Siempre le decía pillabichos sin él saber por qué. Claro que a él no le importaba porque se echaba que doña Marta (doña Blanca) se lo decía con cariño. Como cuando lo veía en la parroquia, en la catequesis, que siempre andaba por allí la boticaria dando vueltas en la sacristía. Y le daba pastillas de goma y de leche de burra. De toda la vida la conocía, claro que sí. Una beata, eso es lo que era, siempre ayudándole al cura en sus enredos y rezando, venga rezar, venga rezar. Doña Marta (doña Blanca) era de esas señoras que siempre huelen a incienso cuando te las cruzas por la calle, que nunca se les va el olor a iglesia. Y saben todas las monsergas esas que cantan en las misas y en las novenas. Corazón Santo, Tú reinarás…
Recordaba todas esas cosas de cuando acudía de chico a la doctrina. Era el único de los amiguetes que iba por allí. Los domingos, antes de misa de doce. Ese día dejaba sus enredos con las costillas y los lazos y lo preparaba su madre para ir a la parroquia, bien lavado y bien peinado, que mismamente parecía que lo había lamido una vaca. Y es que le había dicho que, si iba todos los días, cuando hiciera la primera comunión le daban un saquito de lana de esos que tienen una cremallera por delante. Y él quería aquel saquito como ninguna cosa otra en el mundo. Él sabía que no debe uno creerse nada de lo que le enseñan los curas, que se lo tenían bien advertido su madre y los amigos. Pero él, dale que te pego, todos los domingos a la catequesis …
En la parroquia la que enseñaba el padrenuestro y los mandamientos de
La boticaria también ayudaba comprándole, a la vuelta del campo, los pajaritos que no hubiera podido colocar en las tabernas. Siempre acababa sus recorridos por el pueblo en la botica. Llegaba allí con los restos.
¿Doña Marta (doña Blanca) quiere usted pajarillos? Pero Andresillo, hombre, si yo vivo sola y vienes casi todos los días. Pero le compraba. Y él se enteró de que muchas veces, lo que hacía luego con ellos era regalarlos. A doña Marta (doña Blanca) no la podían ver en el pueblo por beata, que hasta era la presidenta de Acción Católica, o sea, como la jefa de todas las carcas.
Ahora llevaban a doña Marta (doña Blanca) a empellones por el camino de las huertas. La mujer iba en silencio y los milicianos la empujaban de vez en cuando, obligándola a trastabillarse en la oscuridad. Andresillo el Monjo sabía muy bien a lo que iban y sentía como una bola grande en la boca del estómago. Habían matado ya a unos cuantos de los que se escondieron en cuanto se supo de los militares en Marruecos. El primero, un falangista que encontraron en el zaquizamí de su casa y le pegaron cuatro tiros en la plaza del Ayuntamiento. A Andresillo se lo había contado su madre que lo había visto. Luego se cargaron al jefe del Partido Radical, un viejo de más de sesenta años, y a otros dos. Pero lo gordo vino cuando lo del aeroplano, que echó tres bombas y murieron dos mujeres en la cola del pan. Aquello cabreó todavía más a los de la milicia y vino la noche de los muertos.
Tenían presos a algunos guardias civiles y mucha gente de derechas. Los despertaron de madrugada, los subieron en camiones y los fusilaron contra las tapias del cementerio. Ni juicios ni leches. Treinta y tres murieron. Pero para Andresillo aquellos muertos eran muertos muy lejanos. Eran los presos. Un número treinta y tres. Sin embargo, a doña Marta (doña Blanca) la conocía bien. La habrían detenido cuatro días antes y algo habrían hecho ya con ella porque se la veía muy derrotada. Claro que bien podría ser el miedo. Porque desde el 18 de julio la vida de un carca no valía nada.
Seguían avanzando en la oscuridad. El Rioseco mandaba sus vaharadas de podredumbre y Andresillo cada vez se sentía peor. Tenía en las sienes un sudor viscoso y le subían bocanadas de agrio. Ya cerca del río se apartaron del camino. Tropezó doña Marta (doña Blanca) en un almatriche y cayó de boca. Ni entonces se quejó. Y cuando Andresillo el Monjo vio que le arrancaban las ropas se puso a vomitar…”
Carmen Fernández Aguiaco, en su libro titulado: “Victoria Díez, memoria de una maestra”, hace un comentario bastante acertado sobre la realidad política y religiosa de los pueblos del Bajo Guadalquivir. Dice lo siguiente:
“…Pasaron así veintitrés días, hasta el 11 de agosto en que los milicianos fueron a buscar a Victoria con el propósito de tomarle declaración. No buscaron a Agustina Molina, ni a las otras mujeres; sólo a Victoria. En la cercana localidad de Palma del Río una de las primeras mujeres detenidas había sido Blanca de Lucía Ortiz, presidenta de Acción Católica y de la que se sospechaba que tenía en su casa reuniones de Acción Popular. Es posible que su implicación en
En el diario ABC del miércoles 16 de septiembre de 1936, edición de Andalucía, página 9, se le hace una entrevista a un cajero del Banco Hispano Americano de Palma del Río que vivió el saqueo de los bancos. Don Marcelo Moreno Fernández cuenta en la entrevista cómo mataron en el pueblo a unas sesenta personas aproximadamente, entre ellas al cura párroco, al Jefe de Correos, a una señora farmacéutica y a cuatro médicos. Este cajero dice:
“Al cura párroco, don Juan Navas, gran filántropo de los pobres, por el solo hecho, así se lo notificaron al asesinarlo, de ser cura; al Jefe de Correos, don Hermenegildo Pérez, por el simple motivo de serles antipático; a la farmacéutica doña Blanca de Lucía, casi anciana, después de vejaciones inconfesables; una vez asesinada, desnuda, la arrojaron con una piedra al río…”
También en el ABC, martes, 1 de septiembre de 1936, edición de Andalucía, página 15, se dice:
“Se sabe que la canalla marxista ha asesinado en Palma del Río a más de sesenta personas de orden, y, como refinamiento, a una pobre señora, farmacéutica, por el hecho de que iba a misa. Se le arrojó al río, desnuda, con una piedra atada al cuello, invitando los marxistas al pueblo para que presenciara el espectáculo. Más criminalidad y más refinamiento, no caben…”
3.4. ¿Martirio, asesinato, víctima de guerra, venganzas personales?
Familiares lejanos de doña Blanca opinan que, aparte de su fe y su ideología tradicional, hubo otras razones para matarla; tal vez, quisieron quitarla de en medio para borrar las deudas de muchos obreros a los que había dado medicamentos fiados. Sin embargo, esto último no explica el ensañamiento con el que la asesinaron; podrían haberla matado de un tiro, sin hacerle sufrir ni humillarla; al menos, eso es lo que hicieron con otros… Parece que algunos odiaban a doña Blanca: ¿por dinero? ¿por envidia? ¿por católica? ¿por ser de derechas? ¿tal vez por alguna disputa con ella en el pasado? ¿sería por la farmacia? ¿por sus tierras? ¿por su familia? ¿tuvo problemas con sus jornaleros…empleados… o con algunos obreros del pueblo? No parece...
Creyentes y clasistas que fueron asesinados en los mismos días por los mismos verdugos no recibieron ese trato vejatorio. Los fusilaron por su credo político-religioso pero no los humillaron como a doña Blanca. Esto hace sospechar que tal vez habría algo más que se nos escapa.
Cuando fue martirizada, se le cayeron dos estampas de su pecho; una de un crucificado, y otra, de
Testimonios directos de lo que ocurrió no hay, pero en el pueblo se comentó que quisieron obligarla a que renunciara a su fe y no lo consiguieron. ¿Cómo lo sabemos? Al parecer, los mismos que la torturaron se vanagloriaban después e iban pregonando por el pueblo lo que habían hecho con ella. Si lo hicieron con la intención de provocar miedo en la población, lo consiguieron, porque la gente quedó aterrada ante el asesinato de una mujer mayor con fama de buena persona. ¿Exageración para provocar pavor?. En este sentido, podemos citar el libro 38 de defunciones de
“En la ciudad de Palma del Río, diócesis de Córdoba, provincia de Idem, a 20 de agosto de 1936, doña Blanca de Lucía y Ortiz fue sacada de la prisión en la que la detenían por católica los rojos marxistas. Y después de martirizarla con ensañamiento le dieron muerte. Era natural de Córdoba, provincia de ídem y de estado viuda; de edad 62 años y de profesión farmacéutica, que habitaba en la calle de Rafael Calvo, nº 1, hija de don José de Lucía Herrera y doña Rosario Ortiz Carmona”.
Cuando se supo que doña Blanca había sido asesinada, su familia de Córdoba publicó una esquela en el periódico, que pasamos a transcribir:
Rogad a Dios en caridad por el alma de la señora
DOÑA BLANCA DE LUCIA ORTIZ
VIUDA DE VELASCO ALAMO
Que falleció cruel y vilmente asesinada por las hordas marxistas
En Palma del Río, el 20 del pasado mes de Agosto
R.I.P.A.
Las misas que se celebren en la iglesia parroquial de San Nicolás de
Sus afligidos primos don José, doña Clara, don Antonio y doña Fuensanta Ortiz Molina, primos políticos don Luis Junguito Carrión, doña Dolores de León y Primo de Rivera, don Juan Kindelán Aguilera y don Pío Jiménez Benito, sobrinos y demás familia de la finada, ruegan a sus amigos y personas piadosas la tengan muy presente en sus oraciones.
Hay concedidas indulgencias en la forma acostumbrada.
La prensa se hico eco de la ocupación de Palma del Río y cómo los rojos incendiaron las iglesias y casas particulares y asesinaron a más de cincuenta personas.
Entre las personas que murieron a manos de los terroristas rojos, figuraban cuatro médicos, el juez, el párroco, único sacerdote que quedaba en el pueblo, porque los demás, obedeciendo órdenes recibidas de la autoridad eclesiástica, se habían marchado, y la farmacéutica doña Blanca Lucía, que dio pruebas de gran entereza ante los criminales y murió pronunciando el nombre de Cristo.
Fue un médico socialista y masón quien dio indicación para matar a los médicos del pueblo. Omitiremos su nombre, aunque en su día se publicó, por respeto a sus descendientes. Según algunos testimonios, en esos días se cometieron grandes abusos. Existen datos espantosos, como el de don Francisco Muñoz, capataz de la carretera, que herido, pudo refugiarse en su casa y fue sacado de ella en grave estado y fusilado a los quince días; algo parecido le ocurrió a don José Diego Hens, a quien hirieron en la clavícula y en el pecho, dándole por muerto, y a los quince días fue asesinado en su cama, a cuchilladas, en presencia de su anciana madre. También mataron al médico don José Reyes Hens, hermano político del anterior. Hubo quien murió gritando “¡Viva Cristo Rey!”, como don Antonio López Pérez.
Existe una lista en la que figuran los nombres de los que participaron directa o indirectamente en la muerte de los asesinados en Palma durante el dominio de la extrema izquierda, que no citaremos por respeto a sus descendientes.
Un dato a tener en cuenta, por ser bastante significativo, es que en la partida de defunción de doña Blanca se dice que fue martirizada por católica, dato que se omite en otras partidas de defunción de asesinados en circunstancias parecidas. Dice, además, que fue martirizada con ensañamiento, hecho que tampoco se menciona en las partidas de defunción de los otros asesinados por los radicales de izquierdas.
La partida de defunción, cuando se refiere a doña Blanca, habla de martirio, pero, cuando se refiere a los demás, habla de asesinato. Y, mientras en los demás no se nombra la causa de su muerte, de ella se dice que la martirizaron por católica. Quien lo escribió lo hizo con intención de subrayar que no se conocía otra causa, salvo la fe, por la que pudieran haber arrebatado la vida a doña Blanca.
El cuerpo de doña Blanca no apareció nunca; unos dicen que le ataron una piedra al cuello, otros que, como no pudieron buscar el cuerpo hasta que no entraron en el pueblo las tropas nacionales, se lo comieron los animales; otros, que la enterraron en una fosa común. Lo cierto es que nadie recuerda que apareciera su cadáver. Cuando las tropas nacionales entraron en Palma del Río, se comenzó a buscar con esmero el cuerpo; de hecho, existe una carta del Alcalde de Palma de Río al Alcalde de Lora del Río que dice:
“…Distinguido compañero: El dador de la presente don Enrique Tubío León va a gestionar un asunto relativo a la aparición en esa del cadáver de una señora que según informes recogieron esas Autoridades.
Ruego a V. enérgicamente le facilite los medios oportunos para que pudiera suceder fuera el de Dª Blanca de Lucía (q.p.d.) asesinada por los marxistas y arrojado al Guadalquivir su cadáver por el puente de esta. En estas gestiones tanto este Ayuntamiento como todo el pueblo estamos interesadísimos por ser persona que gozaba de simpatías generales…”
Una de las personas entrevistadas para elaborar esta pequeña reseña histórica sobre doña Blanca dice que, cuando Palma fue “liberada” por los nacionales, comenzó una gran represión contra los de izquierdas.
“Mi padre, dice el entrevistado, recibió un día la visita de una señora, con la intención de que intercediera por la madre de esta mujer, ya que iba a ser llevada a Córdoba, a la cárcel, por pertenecer al bando perdedor y por haber colaborado en el asesinato de doña Blanca. La madre de esta señora no participó directamente, pero fue quien desnudó a doña Blanca. No sabemos para qué la desnudaron, si para humillarla, si para violarla, pero no tiene sentido desnudarla para matarla. Mi padre le dijo a la hija de esta mujer que no podía hacer nada por ella. No sé en qué acabó el asunto, aunque la madre de esta mujer no volvió a Palma. Era costumbre separar en cárcel a los hombres de las mujeres. Como doña Blanca era la única mujer, por eso estuvo aislada, completamente sola ante sus captores. Lo que no se explica es para qué la desnudaron. ¿Tuvieron la delicadeza de cambiarla de ropa para matarla al día siguiente? ¿La desnudaron en la cárcel o fue en el puente? ¿Tuvieron la finura de que fuera una mujer (como parece ser por el testimonio) la que la desnudara en vez de un hombre? ¿La desnudaron para quedarse con su ropa, que era buena?”
La mayoría de la gente coincide en que la causa de la muerte de doña Blanca de Lucía fue por su fe y compromiso con
“Al dar cuenta de los sucesos ocurridos en Palma del Río en nuestra información del domingo, indicábamos que había sido asesinada, arrojándola al río, con una piedra al cuello, una farmacéutica. Esta se llamaba doña Blanca Lucía. Llamó la atención de que los marxistas solamente mataran a esta pobre mujer, viuda, que no figuraba en ninguna clase de política, sino que únicamente se dedicaba al ejercicio de su profesión. Al normalizarse la vida en Palma las autoridades de dicho pueblo, tanto civiles como militares, empezaron a averiguar, para aclarar este extremo, y, en efecto, se pudo comprobar que la muerte de aquella desgraciada señora fue porque un compañero de ella, también farmacéutico en Palma, que tenía resentimientos por rivalidades de la profesión, la denunció como espía o fascista, y entonces los rojos, que no habían pensado en ella, decidieron matarla, en la forma que ya habíamos indicado en nuestra información anterior. Aclarado el asunto convenientemente, el referido farmacéutico, cuyo nombre lamentamos no poder decir, por ignorarlo de momento, fue fusilado ayer en Palma para que sirva de ejemplo a otros individuos miserables que aprovechan estas circunstancias para satisfacer venganzas personales…”
En este fragmento del ABC se ignora que la causa de la muerte de doña Blanca fuese por su condición de católica, aunque en realidad, cuando a una persona en esa época se le llamaba fascista y espía, también se daba por hecho que era católica; iba todo incluido en el mismo lote. Y si se decía que una persona era católica, nadie dudaba de su condición de derechas. Así como, hoy en día, hay gente de derechas no creyente, y gente de izquierdas que afirman ser religiosos, esto era impensable durante
En otro periódico, llamado ECOS, del 23 de agosto de 1937, se dice:
“Doña Blanca de Lucía y Ortiz, fue detenida y sacada de la prisión haciéndole creer que la llevaban al vecino pueblo de Peñaflor para que se refugiase, y al llegar al puente sobre el Guadalquivir, fue asesinada y su cadáver arrojado al río…”
3.5. Fama de santidad
Se conserva un crucifijo de marfil que doña Blanca tenía en su dormitorio, en la cabecera de la cama. Este crucifijo fue regalo de un obispo de Filipinas que era pariente de su marido. Cuando doña Blanca murió, sus herederos vendieron algunos enseres, entre ellos este crucifijo, que rescató la hija de una prima hermana de doña Blanca mediante el pago de unas 50.000 pesetas de la época. Entre algunas personas del pueblo, se conservan objetos de doña Blanca, tales como libros de farmacia, fotos, estampas… porque tenía fama de santidad. De hecho, todavía hoy, entre la gente mayor, hay personas que le rezan tanto a ella como a don Juan Navas.
3.6. Obras de caridad de doña Blanca
Su principal obra de caridad consistía en fiar los medicamentos; a los pobres de solemnidad, se los regalaba.
Al no tener doña Blanca hijos ni sobrinos carnales, se encariñó con José Almenara Rodríguez (Pepitín), que era sobrino del matrimonio que la cuidaba (Ángeles y Enrique), a quien le costeó el Bachillerato. Todo un privilegio, ya que en esa época no estudiaba casi nadie y menos los pobres, que necesitaban trabajar desde edad muy temprana.
Fueron muchas las limosnas que entregaba doña Blanca en la parroquia para el sostenimiento del clero y para cubrir las necesidades litúrgicas.
3.7. Amistades de doña Blanca
Aparte de los pobres, que la adoraban por regalarle los medicamentos en algunos casos y fiárselos en otros, el párroco don Juan Navas la quería mucho. En su farmacia compraba regaliz para los niños a los que enseñaba el catecismo. Don Juan Navas, que había fundado
Al ser doña Blanca presidenta de Acción Católica, conocía a toda la gente de iglesia. Tuvo contacto con
Era amiga íntima de doña Julia, también maestra teresiana como Victoria Díaz, que vivó durante algún tiempo en la segunda planta de su casa. Después de un tiempo, doña Julia, compró una casita en la calle Cigüela y se fue a vivir allí con sus padres.
Doña Blanca no quería marcharse a Córdoba, a pesar de que su familia, temiendo por ella, le insistía; no creía correr peligro porque era consciente de no haber hecho daño a nadie. No quiso irse porque se sentía segura. Nada más lejos de la realidad.
Doña Julia hubiese corrido la misma suerte que doña Blanca, si no se hubiese marchado (según testimonios) a Córdoba. Era una mujer discreta, que pasaba desapercibida. Vestía de calle y, en esa época, no se sabía bien quiénes eran las teresianas, lo que jugó en su favor.
Doña Julia regresó cuando pasó el peligro; años después de la terrible guerra civil, doña Julia, cuando daba clase a sus alumnas en Palma del Río, a menudo les hablaba de doña Blanca. Decía de ella que había sido una mujer muy valiente, que la animaba a ir a misa todos los días, pero que ella tenía miedo de ir tanto a la iglesia porque sabía que todos aquellos que frecuentaban
Según el testimonio de algunas de las alumnas de doña Julia, la maestra estaba arrepentida de no haber sido más valiente, como en su día lo fueron Victoria Díez o la propia doña Blanca. Dicen estas alumnas que ellas intentaban animar a doña Julia, ya que nada ocurre sin que Dios lo permita, y ella, como teresiana y maestra, estaba haciendo mucho bien en el pueblo. Pero ni siquiera esto la consolaba de su malestar por haber dejado la misa en los últimos meses de
Doña Julia era muy querida en el pueblo. Murió en Córdoba después de muchos años de acabada
En el pueblo tiene dedicada una calle, al igual que don Juan Navas, y aún es recordada, como una maestra y catequista excelente. Doña Blanca, en cambio, no tiene ninguna calle dedicada, pero durante mucho tiempo, en el puente donde la mataron, hubo una placa que decía:
“Caminante, esta cruz te recuerda el sitio donde fue vilmente asesinada por las hordas marxistas doña Blanca de Lucía y Ortiz. “Recuerdo de tus ahijados”.
La gente, cuando pasaba por allí, se persignaba y, durante años, sus ahijados le llevaban flores al puente con ocasión de su cumpleaños y del aniversario de su martirio. Esta placa fue retirada durante
Sus grandes amigos fueron, sobre todo, el matrimonio que la cuidaba: Ángeles y Enrique. Ella costeó su boda y los acogió en su casa. No los trataba como a criados, sino como amigos y familia.
Ángeles contaba que doña Blanca, ante la difícil situación que estaba viviendo
3.8. Carácter y aspecto físico de doña Blanca
Era doña Blanca persona de escasa estatura y fuerte complexión física; blanca de piel, gozaba de buena salud y energía. Un biotipo, por lo demás, bastante común entre las españolas de su tiempo. Poseía un pronto fuerte; simpática, hablaba con todo el mundo; generosa, culta, educada, con una gran elegancia natural, vestía sobriamente pero con mucho esmero; se distinguía, en fin, por su carácter decidido, abierto y alegre.
Este mismo carácter se percibe también en otras cuestiones; doña Blanca no se amilanaba ante circunstancias difíciles; consta en el Archivo Municipal que solicitó licencia de armas. Los tiempos estaban revueltos, ella quedó viuda muy joven y, a no ser que se tratara de un arma de caza, hemos de suponer que se procuraba cierta protección. Según el sello del Ayuntamiento de Palma del Río, se dio registro de entrada, el día 15 de octubre de 1934, con número
“… El Ilmo. Subsecretario del Ministerio de
Lo que con remisión de la instancia de referencia traslado a Vd. para su conocimiento y cumplimento…” Firma el Gobernador Civil.
3.9. Propiedades y herencia de doña Blanca
Doña Blanca tenía una buena posición social pero no podemos decir que fuera una terrateniente ni que poseyera grandes propiedades, como era el caso de algunas familias de Palma.
Compró una huerta de naranjos sin saber que dicha huerta incluía el contrato de una familia que había firmado con el anterior dueño un acuerdo de trabajo de cinco años de duración. Quiso, entonces, prescindir de tal compromiso, pero consultó a unos abogados de Córdoba que le advirtieron de la legalidad del contrato, por lo que decidió asumirlo. Tras esto, hizo amistad con dicha familia y, ni por una parte ni por la otra, hubo reproches. También tenía un campo de tierra de labor, que llaman de tierra calma, es decir, sin arbolado; sólo para el cultivo de patatas, trigo, cebada…
En la huerta que compró, hizo una pequeña ermita a la que solía ir con bastante asiduidad, especialmente en los períodos en que permanecía en la finca, invitando tanto al párroco don Juan Navas como a otro sacerdote llamado don Juan Gil.
También tuvo doña Blanca un desacuerdo con el Ayuntamiento, que procedió sin su consentimiento al arreglo de la carretera que pasaba por su huerta, lo que obligaba a cada propietario al pago de una cierta cantidad de dinero, en proporción a la superficie de cada una de las huertas que hubiera a lo largo del camino.
En un primer momento, doña Blanca se negó a pagar la parte que le correspondía, por no haber sido consultada, como era de justicia. Intercedió entonces el párroco, don Juan Navas, quien le pidió que ingresara el dinero, a fin de que los contratistas pudieran pagar a los obreros, ya que algunos de ellos le habían tomado cierta antipatía ante esta situación. Doña Blanca, que se consideraba defraudada por el Ayuntamiento, pero de ninguna manera por los obreros, que carecían de toda responsabilidad, acabó por aceptar y pagó. También este problema quedó resuelto.
Doña Blanca tenía su testamento arreglado, dejando todo su patrimonio en usufructo al matrimonio que la cuidaba; al fallecer este matrimonio, las tierras pasaron a su familia carnal, con la excepción de una pequeña casa en la calle Coronada, que donó en propiedad al niño que ella había criado, es decir, al Pepitín.
Con respecto a la herencia de doña Blanca, hay un documento de
Vista la instancia que, por conducto de la abogacía del Estado de la provincia, han elevado a esta Comisión don Enrique Tubío León y doña Ángeles Jiménez Morales, domiciliados en Palma del Río, calle de J. A. Primo de Rivera, en solicitud de concesión de la prórroga extraordinaria que autoriza el artículo 111 del vigente reglamento del impuesto de derechos reales, para presentar a la liquidación del mismo los documentos referentes a la herencia de doña Blanca de Lucía y Ortiz, en calidad de supuestos herederos de la misma; fundamento la solicitud en el hecho de carecer de la propia disposición testamentaria, por haber sido destruido por los marxistas el protocolo de la notaría de Palma de Río, donde se custodiaba el documento en cuestión, lo que acreditaba mediante certificado expedido por el Ilustre Colegio Notarial de Sevilla estando en tramitación el oportuno expediente de reconstrucción de testamento.
Teniendo presente el informe emitido por la abogacía del Estado de
Esta comisión de hacienda, actuando con las atribuciones de
Lo que tengo el honor de trasladar para su notificación al interesado, debiendo remitir a esta abogacía del Estado el justificante de haberse cumplido este servicio. Dios le guarde muchos años. Córdoba, a 23 de septiembre de 1937. II año triunfal.
La herencia de doña Blanca traerá cola, ya que otro documento con registro de entrada 3086, de 7 de diciembre de 1939, dice así:
“SEÑOR ALCALDE PRESIDENTE DEL AYUNTAMIENTO DE ESTA CIUDAD
ANTONIO MANCEBO FERNANDEZ, mayor de edad, casado, abogado, y de esta vecindad, con cédula personal corriente en nombre y representación de DON ENRIQUE TUBIO LEON y de DOÑA ANGELES GIMENEZ (aquí aparece con G) en virtud de poder bastante que me tienen conferido por escritura de mandato otorgaba en esta ciudad el 22 de mayo de 1927 ante su notario don Eloy Torres Pérez, a S.Sª con el mayor respeto,
EXPONE: Que mediante esa alcaldía han sido mis mandantes recientemente requeridos por el Señor Liquidador del Impuesto de Derechos Reales, para que en brevísimo plazo presenten a liquidación los documentos relativos a la defunción de doña Blanca de Lucía Ortiz (q.e.p.d.), siendo después de esto, inmediato el pago de las cuotas correspondientes.
No se oculta a S.Sª la envergadura de estos pagos por tener que liquidarse esta herencia a 33,60% más los recargos de caudal relicto y retiro obrero. Todos ellos representan, Señor, una enorme suma de dinero a pagar en plazo brevísimo y de una sola vez, bajo pena de que se inicie contra los bienes hereditarios el procedimiento de apremio que, como no se oculta a S.Sª, equivale a la total ruina de mis mandantes.
Por esto, Señor, nos vemos en la necesidad de acudir a S.Sª en la seguridad de que sabrá disculpar la molestia.
Ese Ayuntamiento adeuda a mis mandantes una suma de consideración producto de medicamentos suministrados. Con su abono se ayudaría notablemente a salir de tan difícil paso y denegándolo, aun a reserva de hacerlo más adelante, el perjuicio sería irreparable.
Nos interesa así mismo hacer constar que , no sólo resulta de conciencia dicho pago, sino que, además, la totalidad de su importe se destina a pagar un impuesto, como acreditaremos, y que por tanto, no sería disfrutada tal suma por nadie, sino destinada al acrecentamiento del Erario público.
Por todo ello a S. Sª con el mayor respeto y en la representación que ostento.
SUPLICO, tenga a bien dar las órdenes oportunas para que sea hecho efectivo a mis mandantes el crédito que tienen contra esa Corporación por medicamentos suministrados a Beneficencia.
Es gracia que espera merecer de la reconocida justicia de S.Sª cuya vida guarde Dios muchos años para bien de
ESQUEMA GENERAL DE UNA CAUSA DE CANONIZACIÓN
FASE DIOCESANA:
A. Investigaciones previas a la introducción de la causa:
1. Promotor o actor.
2. El Obispo competente.
3. El Postulador:
a.- Varios tipos de Postulador: diocesano, romano.
b.- Nombramiento.
c.- “Suplex libellus”.
d.- Biografía.
e.- Documentos publicados.
f.- Lista de personas para testificar, si la causa es reciente.
g.- Fama de santidad o de martirio.
4. Vicepostulador.
5. Consulta a los Obispos del territorio.
6. Introducción o rechazo del “Suplex Libellus”.
7. Estudio de los escritos y documentos:
a.- Censores teólogos.
b.- Comisión de expertos (Comisión Histórica).
c.- Otros documentos.
8.Nombramiento del Promotor de Justicia y preparación de interrogatorios.
9.- Determinación del “modus procedendi”: “ per viam martirii” o “ per viam heroicitaris virtutem”.
10. Pueden declarar testigos que se perderían.
11. Consulta a
B. Apertura de la causa:
1. Nombramiento del Delegado Episcopal, Notario y Oficiales.
2. Sesión de apertura de
3. Examen de los testigos:
a.- Quiénes, calidad y número.
b.- Presencia del Promotor de Justicia.
c.- Modo de interrogar e interrogatorios.
4. Examen de las actas.
C. Fase conclusiva:
1. Publicación de las Actas.
2. Declaración de no culto.
3. Preparación de las Actas o Transunto.
4. Sesión de clausura.
5. Envío de las Actas a
FASE ROMANA:
A. Estudio de la causa:
1. Nombramiento del Postulador romano.
2. Apertura de Copia Pública o “Transumptum”.
3. Decreto de validez jurídica de la fase diocesana.
4. Nombramiento del Relator y de su Colaborador Externo.
5. Preparación de
B. Juicio sobre el valor de la causa:
1. Sesión de los Consultores Historiadores (Causas históricas o recientes que lo requieran)
2. Congreso de los Consultores Teólogos.
3. Congregación Ordinaria de los Cardenales y Obispos miembros de
4. Santo Padre. Declaración de Martirio o de Virtudes heroicas.
5. En caso de Causa “ per viam heroicitatis virtutum”, investigación “Super miraculo”, con:
a.- Fase diocesana, con Peritos Médicos en caso de curación.
b.- Fase romana:
+ Estudio de la causa.
+ Juicio sobre el valor de
· Consulta Médica o de los Peritos que conciernan al caso.
· Congreso especial de Teólogos.
· Congregación de Cardenales y Obispos.
6. Santo Padre. Decreto sobre el Milagro.
C. Concesión de culto:
1. Santo Padre: Concesión de culto público limitado: Beatificación.
2. Tanto en las Causas “per viam heroicitatis virtutum” como en las Causas “per viam martyrii”, Investigación “Super miraculo”, con:
a.- Fase diocesana, con Peritos Médicos, en caso de curación.
b.- Fase romana (como para la beatificación)
3. Santo Padre. Decreto sobre el Milagro.
4. Consistorio de Cardenales.
5. Concesión de culto público universal: Canonización.
BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA
ARACIL, Antonio, Dolor y triunfo, Tipografía Casals (Barcelona 1944)
COMELLAS, José Luis, Historia de España Contemporánea (Madrid 1999)
CIERVA, Ricardo, Historia Ilustrada de
CIERVA, Ricardo, Historia Total de España (Madrid 1999)
FLECHA, C. Las Primeras Universitarias de España (Madrid 1996)
GÓMEZ, Nieves, Luis Portocarrero VII Señor de Palma del Río (Córdoba 2004)
THOMAS, Hugh,
JACKSON, Gabriel,
LABOA, Juan María, Historia de
LAPIERRE, D. y COLLINS, L., Ou tu porteras mon deuil, (Paris 1967)
LEÓN, Antonio, Palma del Río (Córdoba 1990)
MORENO, Francisco,
NIETO, Manuel, Palma del Río en
NIETO, Manuel, La persecución religiosa en Córdoba (Córdoba 1998)
NIETO, Manuel, La libertad religiosa en Córdoba (Córdoba 1969)
ORTIZ, J. La masonería en Córdoba (Córdoba 1985)
RODRIGUEZ, J. “Contestación a la circular y cuestionario…”, 1937, manuscrita en ASOC, Caja Palma del Río. Asunción, s/s.
RODRIGUEZ, J. In memoriam (Sevilla 1938)
RODRÍGUEZ, J. Catecismo Palmeño o Recuerdos Pretéritos de
VIÑAS, Ricard, La formación de las Juventudes Socialistas Unificadas (1934-1936) Siglo XXI, Madrid, 1978.
ZAMORA CARO, J. A. y DE ALBA CARMONA, J., La Segunda República en Palma del Río, 1931-1936 (Palma del Río, 2008)
FUENTES HEMEROGRÁFICAS
ABC de Madrid, 1936-1939,
ABC de Sevilla, 1936-1939,
Guía de
FUENTES DOCUMENTALES, ARCHIVOS
Archivo Histórico de la Diputación de Córdoba.
Archivo Histórico Nacional de Madrid
Documentos originales de la “Causa General”, Cajas 1044-1 y 2, que corresponden a
Archivo Municipal de Palma del Río.
Archivo de la parroquia de Nuestra Señora de la Asunción, de Palma del Río.
FUENTES ORALES
Los testimonios se guardan en el archivo de la parroquia de Nuestra Señora de